lunes, 6 de julio de 2009

Recuerdos del viento.


Quizá el perfume de las flores y no él de nuestras palabras fue el error. Si es que lo hubo. Cuando los recuerdos los requisa el viento, y una tarde de lluvia le apetece prestártelos. Y les pegas un vistazo rápido, leyendo por encima. Leyendo entre líneas. No quieres mirar en lo profundo porque prefieres digerirlos aparentemente. Saben mejor así, sientan mejor. Los lees en un banco, sentada. Sin prisas, sin tiempo. Acomodándote en esa carcomida madera que te ofrece el calor de un otoño perdido. Bajo una lluvia que llora aquello que un día desaprovechaste. Primavera que no llega… Y a mansalva te lo hecha en cara, sin pudores, sin prejuicios. Prepotente. Pero no tienes paraguas, y debes cargar con ello. Mojarte hasta empaparte. Quizá mejor así, quizás sea una buena lección. Cuando las miradas no bastan. Porque dentro hay algo que duele. Y pega golpes queriendo salir. Desesperado, agotado, exhausto. Y tú no sabes lo que quieres, no sabes si debes. Lo vivido, vivido esta. Lo no-vivido, esa por llegar. Y quizá, aquel amor no apto para enamoradizos, también viene de camino. Porque lo prohibido atrae, lo nuevo interesa. Lo antiguo aborrece pero si muere, revive. Y si revive, desconcierta. Con vértigo, desde las alturas otra vez. El futuro se nos hecha encima y el destino, aunque escrito, quizás se deba corregir.
Cuando las nubes chocan, cuando de una flor brota otra, cuando dos ríos se juntan. Porque en un solo cielo no caben, porque un solo jardín es pequeño, porque un solo mar no basta. Cuando el querer se hace ver, acariciándote la piel. Pero el cielo prefiere la luz del sol, las flores mueren de pena, y el mar es tan falso que incluso empalaga. “Would you know my name, if I saw you in heaven? Will it be the same, if I saw you in heaven?…” Porque aquellos días fueron otros. Y lo sabes. Porque aquellos recuerdos son solo eso, recuerdos. Y eso también lo sabes. Pertenecen al pasado, son suyos. Mierda, y esto también lo sabes. No son tuyos. Tuyos ya lo fueron. Y él ahora los ha confiado al viento… . “Would you hold my hand, if I saw you in heaven? Would you help me stand, if I saw you in heaven?” Y sopla, sopla el viento. Despeinándote. Arañándote. Acariciadote. Posesivo, dominador, imponente. Sopla con fuerza, con un “hasta pronto” en los labios. Guiñándote el ojo, susurrándote que volverá, y que lo hará pronto. Le notas entre tu pelo, tras tu oreja, sobre los parpados. Pero sabes que aunque sea pronto, ese pronto siempre será tarde. Y entonces, del mismo modo que las palabras, los recuerdos. Pues esta vez, también puedes ver como se los vuelve a llevar el viento.

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