lunes, 28 de septiembre de 2009

Hay soles que brillan cada día, del mismo modo que hay lunas que unas noches crecen y otras decrecen. Pues puede que en el amor sea igual. Aunque hay amores que no son efímeros, tampoco son eternos. Y aunque no sean eternos, son casi imposibles de olvidar. He dicho casi. Porque luego ya depende de si nosotros decidimos colocar las nubes delante porque no aceptamos que esa luz brille cada día. Y sabes que saldrá cada mañana. Por eso te encierras, te torturas a ti mismo porque no le puedes olvidar. Es el recuerdo de algún querer lejano. Que forma parte del pasado pero no quiere dejarse caer en el pozo del olvido. Todos los recuerdos de un amor luchan por sobrevivir. Una lucha constante mas poderosa que tu. Y solo algunas personas son capaces de convertir aquellos soles en lunas. Luego esas lunas crecen, y decrecen. Y vuelven a crecer y a decrecer. Una lucha constante. Hasta una noche lo consigues. Aquella luna decrece del todo. Eso es lo que yo llamo olvidar un amor. ¿Prefieres colocar nubes delante de él cada mañana para no cegarte con la luz de aquel recuerdo? ¿Que eres, de los que olvidan pero no perdonan? La ignorancia no es lo mío. Y, el ser conformista, tampoco. Por eso lucho. Y sufro. Sufro para no sufrir mas tarde. Eso, eso es olvidar. Olvidar y comenzar de nuevo. Comenzar de nuevo viviendo para ti, solo para ti. Hasta que aparezca un nuevo sol que, a la vez que brille, te dé algo de calor.

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