martes, 8 de septiembre de 2009


Dos pisos más abajo, en la calle, Jaime levantó la cabeza ante el bloque de pisos que tanto conocía. El color crudo de la fachada no había cambiado. La enredadera de la vecina del primer piso seguía igual de tupida. Incluso reconoció las cortinas de sus ventanas y se le hizo raro no abrir con sus propias llaves. Saludó al portero, compartió unas breves palabras con él y llamó al ascensor. Mientras este acudía a su llamada, pudo comprobar como ahora alguien sí se molestaba en regar las plantas del recibidor. Sonrío para sus adentros. El ascensor bajo y abrió las puertas, como aquel viejo amigo que te abre los brazos, después de mucho tiempo sin verle, para darte un abrazo que olvida todo aquello malo que pudo ocurrir entre ambos. Se miró al espejo y se preguntó que era de aquél chico que ella conoció en su día tantísimos años atrás. Cuantas cosas habían cambiado. Luego se centró en lo que debía decirte. Ni idea. No tenía ni idea de cómo decírselo. Improvisar quizá sería una buena opción. De hecho, la única a esas alturas. Frente a la puerta, no pudo evitar sonreír al recordar la cara de alucinación del dependiente de la tienda de felpudos y alfombras ante la infantil discusión que protagonizaron ellos dos. Que recuerdos. Dudó y pulsó el botón. Sonó el timbre. Sobresaltada otra vez- quizá estaba un tanto sensible ese día- fue a abrirle la puerta al hombre que siempre quiso y a las explicaciones que deberían venir con él. (...)Ella, callada. Sin saber que decir. Sin saber qué hacer. Y él se fue, dejándola allí. Inmóvil, incapaz de pronunciar cualquier palabra. Se fue sin atreverse a enfrentar su mirada. No tuvo valor. Con sabor a vino y a la mujer que siempre quiso en los labios, y un sabor amargo en el corazón. ¿Seria ese el sabor de la verdadera tristeza? Fuera, el color negro de la noche más que comenzada asustaba. Quizá fueran los remordimientos los que asustaban. Subió el coche. Primero disfrutó de los segundos en que el acolchado sillón se acomodaba en su cuerpo. O a la inversa, daba lo mismo. Luego arranco el coche rumbo a casa, pisó el acelerador y echó a llorar bajo la luna de una noche estrellada de aquellas que jamás de olvidan.

1 comentario:

  1. Esto es algo de lo que yo a cada momento pienso y hago... quien público esta entrada... como conocer a esa persona??? se que es gemma blanco pero quien es ella de donde es???

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