martes, 3 de agosto de 2010

Mancharme de pintura al escribir anónima poesía en las calles de diferentes ciudades del mundo fue siempre uno de mis grandes sueños. Creo que aún lo es. Me hubiera gustado saber cantar, saber bailar, tocar un instrumento o hacer poesías de aquellas que tienen forma de columna, que riman en la última sílaba y que tienen nombres cómo soneto y palabras por el estilo. Al no ser un genio, tengo que conformarme con saber escribir, a medias, frases con algún sentido y con algún fondo que con suerte llegue a algunos. Acostumbran a ser abstractas, retorcidas, subjetivas. Pero hoy mi bolígrafo fluye sin dejarme casi pensar cuál será la siguiente palabra. Creo que solo estoy haciendo una sencilla declaración de principios en esta hoja de borradores, reutilizada y ya ocupada en sus esquinas por frases tontas de algún autor poco conocido o de alguna canción que por casualidad sonó en algún momento unos días atrás.
Aunque sin sueño, estoy cansada, me estoy manchando las manos de tinta y de escupitajos que me salen en forma de palabras. Tengo preocupaciones y problemas, pero me da igual. Estoy bien así, ahora mismo. Necesito justamente esto. Esto. Y sinceramente me da igual si luego vas a leerlo o no. En lo que pienso ahora mismo es en escribir aquello que yo quiero escribir. No se siquiera si llegaré a releerlo ni yo misma.

Mi gato me mira desafiante y a la vez seductor desde la cama. Y tengo menos miedo de mirarle que a ti. Sabes que contigo no soy capaz. No es nuevo que las baldosas de tu salón atraigan más mi mirada que tus ojos. Pues encuentro un refugio en ellas, más a menudo que en ti. Y aunque abraces mi cuerpo desnudo sé que en realidad estoy a quilómetros de ti, de esa nube con somier, de esas paredes y puertas de las que lo único que me ha pertenecido, sólo a ratos, han sido sudores y caricias entre susurros y silencios.

En mi habitación se reitera una y otra vez la misma canción. Una voz masculina sale de un cuerpo que a su vez baila con las manos, con delicadeza y fuerza por el escenario de las teclas de un piano, en la esquina de un bar a medianoche. La letra esta escrita en ingles y entiendo de ella tan sólo cuatro palabras, pero no me hace falta más. Supongo que contigo era igual. Solo comprendí de ti una pequeña parte, en su momento me gustó lo misterioso de todo lo demás. Al menos, ahora y aquí, esta música me transporta algo más allá de estas cuatro paredes en las que se hace difícil pensar, en el umbral de este escritorio desordenado hecho con esta madera prefabricada, tan prefabricada cómo los versos que eran para ti y que, como ves, olvidé cómo escribir.

Sé pocas cosas, pero las pocas que sé las tengo bien claras y bien atadas a mí. Sé con certeza que ni el mejor de los ladrones podría robarme mis principios. Tan sólo intento transmitir eso poco que sé con esas pocas palabras que conozco. De acuerdo, no tengo diamantes entre oro. Pero tengo algo así cómo oro entre fango. Y prefiero una austera casita enfrente del mar, que un océano entero donde naufragar.
Me gustaría ahora mismo estar contando historias inventadas, ficciones, haciendo relucir sombras, destapando los entresijos de mirarte entre las sábanas, de las nocturnas vistas, de los callejones serpenteados de aquella Barcelona inventada a medias, en la que nos permitimos soñar.

Últimamente, antes de acostarme pienso en todo aquello que me gustaría cambiar. Y me asusto al pensar que serían demasiadas cosas. Y soy tan cobarde que me veo incapaz. Hablo con aquél chico al que un día besé en exceso y otro día en escasez y advierto que desde lejos, pasada la tormenta, todo es de otro color. Comparto cuatro palabras, que me saben a miles, con aquél al que ahora me gustaría besar, y me doy cuenta que pocas cosas me llenan. Y que las que lo hacen, lo hacen de verdad.
Me sobran ramos de rosas espectaculares, camas ajenas, besos de cristal. Y me faltan flores solitarias casi marchitas, caricias desde el pupitre contiguo y, en papeles cuadriculados de libreta, poemas de verdad.
Abro mis maletas y veo tantas cosas innecesarias… que sólo cuatro de ellas son las que necesitaría para vivir de verdad. Me miro al espejo, y la chica de enfrente me mira con la mirada pérdida, diciéndome sin palabras que mis ojos no son más que un mar de dudas e incertidumbre dónde se me hace difícil nadar. Tiene los labios cortados y es verano. Quizá no lleguemos nunca a conocernos a nosotros mismos. Tanto hablar sobre los demás, pensar en amar a los demás, insultar los defectos de los demás… y aún no sabemos nada de nosotros mismos.

No sé, quizá últimamente poco me inspira y me limito a observar y escuchar, sin pensar.
Supongo que los versos, ya volverán. Y no pido tampoco que vuelvan contigo. No, cariño, sólo pido que regresen, acompañados o no. Sea lo que sea, seguro que ya volverá. Aunque no sea hoy, con estas notas tocadas con delicadeza cómo incienso, de fondo. Ni en esta habitación, pisando las cenizas de los sueños incumplidos. Entre el eco de los que quizá si fueron cumplidos, de aquellos que escribimos hace mucho en papeles de servilleta, perdidos en algun bar.

4.34 am. Miércoles 4 de agosto de 2010.

6 comentarios:

  1. Hola Gemma me ha paredio muy bello tu relato, está lleno de fuerza... casi todos hemos escrito en las servilletas de los bares... llenos de un inesperado sentimiento de continuidad.

    Sigue adelante, besos.

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  2. El primer paragraf del teu text m'ha recordat un mun a una cançó d'ECDL qes diu "Canciones", no sé perquè m'ha vingut al cap quan ho estava llegint xD i un altra frase que ara no recordo ven bé m'ha recordat a un capitol d'ahir d'Anatomia de Grey però aquest text ja l'havies públicat! Ja veus, els teus textos son tan simples però a la vegada tant complexos que hem recorden a situacions quotidianes meves.

    No cal dir el que m'ha semblat el text/relat no Gemma?
    Petons.

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  3. Precioso, como siempre.

    Vaya cambio ha dado el blog, me gusta me gusta. Lo que no me gusta es que no nos vimos en todo el verano, tiene delito.

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  4. "Prefiero una austera casita enfrente del mar, que un océano entero donde naufragar", realmente bello.

    No sabía nada de este blog, te descubrí tras el comentario que dejaste en la poesía de Daniel Orviz, "Quiereme".

    Ahora que te leo, sól puedo arrodillarme y decir que eres una escritora realmente buena, facinante. Tienes la facultad de la facilidad de expresión, con apenas tres líneas puedes hacerme caer en tus recuerdos, impresionante.

    Voy a intentar leerte a menudo, es todo un placer para mis retinas.

    Por cierto, ama sin pensar en el quien, el cuando o el que... Suerte.

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  5. Mientras los versos vuelven, escribe, que ayuda mucho. Por cierto, nunca vienen acompañando a nadie.
    Me iré pasando por aquí. Saludos muy cordiales de nuevo.

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