lunes, 25 de abril de 2011


Perdona, lo sé, te debo una disculpa.

Olvidé aquello,

de que mis latidos

son contaminación sonora

para tus oídos.

Quiero creer,

que por eso

ahora no oyes

(o no escuchas)

mis gritos.

Que en la realidad paralela,

donde habita lo invisible a los ojos,

desgarran,

sin dejar huella ni eco,

el silencio de una noche

que no tiene ni puta gracia

sin ti.

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