domingo, 22 de noviembre de 2009

Acostumbrada a relucir vida y arte, ahora de aquella calle solo quedaba un esqueleto sin piel y sin vida, sin aquello que un día la caracterizó y la hizo diferente de demás calles, que ahora envejecían solas, olvidadas y huérfanas en aquella Barcelona tan egoísta y caprichosa que lloraba sin cesar.

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