Ceguera y reflejo de noviembre
en esos azulejos
que se empañan de verdades.
Tus pupilas desgastadas
recorriendo puertas
pasadizos y ventanas
donde encerrarnos
buscando la libertad.
Quiero ser.
Sombra de esos pies
que buscan respuestas
y encuentran preguntas.
Las noches en las que morderte.
Astronauta que recorre la luna,
preguntándose
dónde debe estar el cielo.
Estrella con vértigo
anhelando conocer
algo más que esa oscuridad.
Quiero ser.
Aquel juego de niños
con las normas aún por hacer.
Soñadora empedernida,
tu otra mano izquierda,
copiloto en un paseo
buscando nuevas direcciones.
Atajo.
Salida de emergencia.
Válvula de escape.
Quiero ser.
Forastera infame,
sin mapa,
perdida en tu piel.
La brújula sin norte.
La página en blanco.
La anónima del tren.
Sentada enfrente de ti
para que cierres los ojos
y me leas en braille.
Quiero ser.
La entrecortada luz
de las persianas que envidio;
acariciándote en silencio
mientras te desperezas.
Uno de esos trenes
que iban hacia el norte,
junto a otros locos
con los bolsillos llenos
de cosas por hacer.
Quiero ser.
Parte de ese inventario.
Como ellos,
preguntándose quién son.
Tanteando el avismo
que divide el soñar con el perder.
El viento que nos desdibuja.
Maniobras de escapismo.
Huellas.
Esa esquina, ese cruce
donde todo empieza.
Valiente
quiero ser.